El 1 de mayo nació como día para reivindicar los derechos de los trabajadores. Trabajadores no como masculino genérico, ya que a las mujeres les costó mucho más ejercer el derecho de huelga y conseguir mejorar las condiciones de trabajo.
Está claro que se ha avanzado y mucho, pero todavía queda camino por recorrer.
Las mujeres y el 1 de mayo
El punto de inflexión más reciente sobre las reivindicaciones de los derechos de las mujeres es el 1 de mayo de 2018, después de la marea violeta del 8M de 2018.
Desde ese año el 1 de mayo se ha convertido en una reivindicación de derechos laborales unidos a feminismo, igualdad y mujer en el mundo laboral.
En los años posteriores al 2018 las voces de las mujeres se han escuchado más. Se ha puesto el foco en conceptos como segregación vertical y horizontal, las dobles y triples jornadas para las mujeres (y no para los hombres), el suelo pegajoso que sufren las mujeres… Y por supuesto: la inexplicable brecha salarial entre hombres y mujeres ejerciendo el mismo trabajo.
¿Cuánto se ha avanzado desde los primeros 1 de mayo?
Aunque se haya puesto énfasis y se dé más visibilidad a la situación laboral de las mujeres, seguimos escuchando que existen empresas en las que solicitar el derecho de reducción de jornada te impide ascender a puestos con más responsabilidad. Es una manera directa de penalizar a las mujeres madres, ya que son ellas las que se acogen a este derecho en mayor medida que los hombres.
Por tanto, vemos aquí la base de la situación laboral precaria que tienen las mujeres frente a sus compañeros de sexo masculino. Tradicionalmente se ha asignado el ámbito retribuido a los hombres. Mientras que a las mujeres se le ha relegado al ámbito reproductivo. Un ámbito sin valoración ni reconocimiento. Las mujeres han querido entrar en el mundo laboral, ya que este otorga independencia, valoración social y sobre todo una supervivencia económica propia que te permite tomar un mayor número de decisiones sin depender de otra persona.
En cambio, ¿quién ha querido entrar a un ámbito nada valorado, no remunerado y en el que tienes que dedicar tiempo a alguien más que no seas tú? Evidentemente, visto así, nadie. El hombre no ha querido entrar en el ámbito tradicionalmente asignado a las mujeres. Este es el punto de partida de los problemas que las mujeres nos encontramos en el mundo laboral. Ya que, aunque queramos acceder al mundo laboral, el mundo de los cuidados y el mundo familiar sigue siendo “responsabilidad” de las mujeres.
EL TRABAJO NO REMUNERADO. El enemigo de las mujeres en la lucha obrera del 1 de mayo.
Las mujeres históricamente se han dedicado al cuidado de los demás. Era una característica innata, adherida a los roles de “ser mujer” ya que como se les atribuye la facultad de crear vida pues sin más cuestionamiento debían querer cuidar.
Desde que la mujer se ha incorporado al mundo laboral se ha encontrado, y se encuentra, con muchos obstáculos, pero quizás, el más grande sea el lastre de la poca valoración del trabajo del cuidado.
Podemos encontrar muchos artículos y estudios dónde se muestre que estas diferencias son cada vez menores y sí, puede que tengan razón y cada vez se reduzcan, pero no se pretende conseguir la reducción sino la igualdad.
Si nos centramos en las cifras del INE, podemos ver que la carga de cuidados, es decir, el ámbito no valorado sigue recayendo sobre las mujeres.
- Si observamos el porcentaje de mujeres y hombres que trabajan a tiempo parcial según el motivo de la jornada parcial encontramos:
- Por cuidado de niños/as o de adultas/os enfermas/os incapacitados o mayores: un 94,96% de mujeres siguen ocupándose de estos casos reduciendo su jornada laboral frente al 17.9% de los hombres.
El sexismo no es solamente apartar del mundo laboral a las mujeres, sino también hay una devaluación cultural cuando los hombres consideran que los trabajos fundamentalmente realizados por las mujeres valen menos.
Esta distribución del tiempo provoca que las mujeres siempre se encuentren en peores situaciones laborales y que repercutan en su presente y en su futuro laboral y económico. En el momento de la jubilación, las mujeres ven cómo merman sus derechos de percepciones salariales por estas reducciones en su vida laboral. En el mejor de los casos ven mermada su jubilación, pero en el peor de los casos las mujeres que se han dedicado toda su vida al trabajo de cuidados no tienen derecho a percepciones salariales en el momento de la jubilación y dependen de las percepciones del marido. Esta situación hace que la mujer dependa de la figura masculina y se desencadenen otros problemas causados por esta dependencia.
Por tanto, la necesidad de celebrar por parte de las mujeres el 1 de mayo es irrefutable: ser mujer trabajadora nunca ha sido fácil. La dominación de género estructura la organización social y por eso además de luchar contra los/as encargados/as las mujeres tienen que luchar con sus compañeros y compañeras.
La necesidad de un 1 de mayo de lucha conjunta:
Por tanto, aunque las mujeres tengan el doble o triple de trabajo, deben seguir saliendo a la calle para reivindicar sus derechos. Hay que conseguir equiparar y poner en valor aquellas obligaciones y tareas que se nos han asignado tradicionalmente ligadas al sexo con el que han nacido.
No obstante, para conseguir tal fin se necesita que los hombres se involucren y luchen en el mismo sentido. Tienen que dar valor y relevancia a las tareas tradicionalmente femeninas y tienen que ser partícipes activos de los cuidados y crianza de los demás, y no ser meros espectadores.