¿Existe relación entre feminismo y ecologismo? ¿Pueden las políticas de cambio climático afectar a la igualdad de género?
Las aportaciones de dos pensamientos críticos – feminismo y ecologismo – nos ofrecen la oportunidad de enfrentarnos no sólo a la dominación de las mujeres en la sociedad patriarcal sino también a una ideología y una estructura de dominación de la Naturaleza ligada al paradigma patriarcal del varón amo y guerrero.
Alicia Puleo
El feminismo y el ecologismo se han convertido en dos movimientos sociales fundamentales en el siglo XXI:
- El primero consiste en destruir el patriarcado y lograr la de mujeres y hombres a través de una estrategia dual: por una parte, introduciendo la perspectiva de género en todos los ámbitos políticos, sociales y culturales (transversalidad o mainstreaming de género), y por otra parte, permitiendo medidas de acción positiva que corrijan las desigualdades de base que sufren las mujeres por el simple hecho de serlo.
- El segundo busca poner en evidencia la insostenibilidad de una economía capitalista basada en el crecimiento infinito, al mismo tiempo que busca soluciones urgentes ante la escasez de recursos – que ya es una realidad – y la inevitable destrucción, por ende, del planeta.
Como resulta evidente, el patriarcado y el capitalismo tienen algo en común: la explotación. Mientras que el patriarcado explota a las mujeres, el capitalismo explota los recursos naturales, y ambos con un único objetivo: el de mantener un estatus social de desigualdad que favorece a un género (el explotador) ante el otro (el explotado), y a unas sociedades (las explotadoras) ante otras (las explotadas).
¿De qué manera incorporar la perspectiva de género en las políticas contra el cambio climático?
En primer lugar, es necesario contraponer las teorías patriarcales de la explotación a las teorías feministas de los cuidados. Las mujeres han sido las principales encargadas de las labores de cuidados durante toda la historia de la humanidad. El trabajo reproductivo asociado a las mujeres (en contraposición al trabajo productivo asociado a los hombres), que nos ha encasillado en roles de género asociados a los cuidados durante siglos, nos ha convertido, como mínimo, en expertas en el tema. La vida humana no se sostiene sin cuidados, y extrapolando esta afirmación, el medioambiente y el planeta entero tampoco lo hacen. Es necesario un cambio de paradigma, dejar de explotar el medio para producir, y comenzar a cuidarlo.
En segundo lugar, no debemos olvidar la interseccionalidad de género: las mujeres son las grandes perjudicadas por la escasez de recursos y el cambio climático, ya que incluso en las sociedades más pobres, son quienes sufren un mayor empobrecimiento y una mayor escasez con respecto a sus compañeros masculinos. Y esto no es tenido en cuenta a la hora de diseñar políticas de cambio, no se consideran las necesidades de las mujeres, que son más específicas, ya que, una vez más, el patriarcado pone a los hombres como único sujeto y objeto político, artífice y destinatario de las políticas y soluciones (androcentrismo).
En conclusión, la falta de perspectiva de género o mirada femenina no hace más que perpetuar el patriarcado y su teoría de la explotación, por lo que las políticas feministas de cuidados, tan necesarias para cuidar el medioambiente, el planeta y, por ende, a la humanidad son ignoradas o infravaloradas. Para más inri, durante el año 2021 el IPCC (Panel Intergubernamental del Cambio Climático), encargado de elaborar informes científicos anuales destinados a dirigentes políticos sobre la situación climática planetaria, reveló la siguiente conclusión: “La vida en la Tierra puede recuperarse de un cambio climático importante evolucionando hacia nuevas especies y creando nuevos ecosistemas. La humanidad no”. Lo cual significa que, sin cuidados, no solamente acabaremos con el planeta tal y como lo conocemos, sino que nos encaminamos hacia una irremediable extinción de la especie humana.
No podemos pasar por alto también que la crisis climática y económica a la que nos enfrentamos actualmente va de la mano de una crisis reproductiva que contribuye aún más a la extinción. Es decir, la imposibilidad de sostener la vida en un contexto en el que escasea el tiempo y los ingresos, se recortan servicios públicos y se privatizan los espacios y recursos comunitarios que facilitaban la reproducción de la vida. Se incrementan las dificultades para acceder a recursos necesarios para una vida digna (agua, energía, alimentación, vivienda adaptada al clima). Al mismo tiempo se expanden las enfermedades causadas por la contaminación atmosférica, la contaminación del agua o de los alimentos que consumimos, así como por la manipulación de productos tóxicos. Esta precarización de las condiciones de subsistencia es un círculo vicioso del que es necesario salir cuanto antes.
La comunidad científica del IPCC va más allá e indica que una economía de decrecimiento es clave para salvar el planeta. Es necesario poner en valor y reaprender las labores artesanales que desarrollaban nuestros abuelos y, especialmente, nuestras abuelas. Apostar por una economía circular donde no se desperdicien recursos, el comercio de proximidad, los productos naturales, reutilizar materiales, y pasar de un modelo de reciclaje a, directamente, un modelo de generación de cero residuos. En este punto queda claro que tanto el patriarcado como el capitalismo han de recular si queremos sobrevivir.
En la Conferencia de las Partes anual sobre el cambio climático, celebrada en Madrid del 2 al 13 de diciembre de 2019, elaboró un nuevo Plan de Acción de Género (que mejora el anterior de 2017) y que recoge las siguientes cinco áreas de prioridad:
- Fomento de la capacidad, gestión de los conocimientos y comunicación. Introducir la perspectiva de género en las políticas de cambio climático.
- Equilibrio de género, participación y liderazgo de las mujeres.
- Coherencia. Introducir la perspectiva de género en los cuerpos ya existentes dentro de las Naciones Unidas.
- Implementación de medidas y medios de implementación sensibles al género.
- Supervisión y presentación de informes.
Aún así, seguimos sin ver un enfoque claro hacia las políticas de decrecimiento y la introducción de los cuidados de los que hemos hablado anteriormente, lo cual nos hace preguntarnos directamente: ¿Quién está diseñando estas políticas y cuáles son sus intereses reales?
En el Día Internacional de la Mujer del 8 de marzo de 2022, la ONU ha centrado su campaña en el lema “Igualdad de género hoy para un mañana sostenible”, que pretende reconocer la contribución de las mujeres y las niñas de todo el mundo, que están liderando los esfuerzos de respuesta, mitigación y adaptación al cambio climático para construir un futuro más sostenible para todas las personas.
Las mujeres debemos tomar parte de este problema global, reivindicar nuestro papel y aportar soluciones partiendo de la base científica. Sólo así tendremos una oportunidad.