Sin duda alguna el 2020 ha sido un año tan atípico e inesperado como doloroso. La pandemia de la COVID-19 nos ha dejado a todos con la sensación de que los progresos obtenidos hasta el momento y que tanto esfuerzo nos han supuesto, han sido detenidos de forma repentina, incidiendo en cada uno de los ámbitos de la sociedad. Una de las áreas más afectadas ha sido indudablemente la de la igualdad de género, debido a que las mujeres han estado y están sufriendo especialmente los efectos sociales, familiares y económicos de esta crisis.
Las mujeres ocupan mayoritariamente la primera línea sanitaria en la lucha contra el virus, según datos de la ONU el 70% de los sanitarios/as y de los cuidadores/as son mujeres. Además, ellas conforman la mayor parte de algunas de las áreas más afectadas como son el comercio, la hostelería o el turismo. Los últimos datos arrojados por ClosinGap confirman el aumento del paro femenino en nuestro país tras la pandemia, el cual se sitúa en un 16,72% frente al 14,13% de los hombres, siendo ellos la mayoría de la población activa.
Asimismo, y puesto que las mujeres ejercían ya en mayor medida el trabajo doméstico, la crisis sanitaria las ha sobrecargado todavía más. Si antes invertían 4,1 horas diarias (1,7 en el caso de los hombres) en tareas de limpieza, cocina o compras, y en el cuidado de los hijos y personas dependientes, la socióloga e investigadora María Ángeles Durán calcula que durante el confinamiento las mujeres habrían incrementado una media de 3 horas más al día en el desempeño de tales tareas.
Esta tendencia se ha mantenido en la denominada “nueva normalidad”, que teniendo en cuenta el impacto que tiene en la situación laboral de las mujeres, si antes de la crisis el 57% de las españolas admitía haber renunciado a un empleo por resultarle incompatible con la maternidad, según el estudio “Maternidad y trayectoria profesional” del IESE, la situación actual prevé una subida significativa de este porcentaje. Es más, el estudio “Mujeres en el lugar de trabajo 2020” realizado por McKinsey, identifica a 2 millones de mujeres estadounidenses que se encuentran planteándose tal opción a causa de la crisis. Todo apunta a que en España podría suceder lo mismo.
La Covid-19, protagonista de este 2020, ha puesto en evidencia que todavía nos queda camino que recorrer para alcanzar la corresponsabilidad y la conciliación, y que los roles de género siguen dominando en el ámbito familiar, legado sin duda de una educación que se sigue fundamentando en los estereotipos de género que condicionan el desarrollo profesional de las mujeres desde su infancia. Las cifras hablan por sí solas: actualmente solamente un 28% de los alumno/as matriculados/as en carreras CTIM (Ciencia, Tecnología, Ingeniería y Matemáticas) en España son mujeres y el 92,4% de las reducciones de jornada laboral por cuidado de menores y otras obligaciones familiares son solicitadas también por ellas.
La crisis sanitaria ha supuesto también un incremento en los casos de violencia de género. Una de cada cinco mujeres ha sufrido en este último año agresiones físicas o sexuales por parte de sus parejas, cifras que el confinamiento ha agravado debido a la convivencia forzada de víctimas y agresores, tal y como ha declarado la OMS, además de la dificultad añadida para el acceso y la atención a la salud sexual y reproductiva debido a la saturación de los servicios de salud.
Sin embargo, a pesar de que las mujeres han cargado este año con el impacto social y económico más severo, también se han producido algunos avances en materia de igualdad. Desde el gobierno español se han aprobado medidas para garantizar la igualdad entre mujeres y hombres en el contexto laboral mediante la aprobación del Real Decreto de igualdad retributiva, que favorece la localización de las discriminaciones salariales, y el Real Decreto sobre los planes de igualdad, que detalla, entre otras cosas, de qué forma debe efectuarse el diagnóstico de la discriminación por razón de género en cada una de las empresa españolas, así como la aprobación de medidas urgentes para la protección de las víctimas de violencia de género.
En el ámbito internacional, Kamala Harris ha hecho historia como la primera mujer vicepresidenta de Estados Unidos, Chile ha conseguido la primera Constitución igualitaria en el mundo, se ha logrado la detención de la mutilación genital femenina en Sudán y ha habido un incremento en el número de mujeres que ocupan puestos directivos según la lista Fortune 500. Sin olvidar que tres mujeres, Sarah Gilbert, Kizzmekia Colbert y Chen Wei, han dirigido los tres grandes proyectos en busca de la vacuna efectiva contra el Covid-19.
Es más, este 18 de septiembre se ha celebrado por primera vez el Día Internacional de la Igualdad salarial, fecha señalada por la ONU con la intención de que exista una mayor concienciación entre la población sobre la brecha salarial existente, que se sitúa actualmente en España en un 14% según el Eurostat. Y, a pesar de que su aniversario ha quedado deslucido a causa de la crisis, se han cumplido 25 años de la Conferencia de Beijing, la gran cita mundial en la lucha internacional por la igualdad de género.
La pandemia del Covid-19 ha desembocado en una crisis sin referentes de la que no podremos salir sin la creación de un sistema de cuidados fortalecido, tal y como han solicitado tanto la ONU como fuentes del Ministerio de Igualdad. Del mismo modo, necesitamos la participación de más mujeres en la toma de decisiones frente a la crisis. Según un estudio del diario digital BMJ Global Health, solamente el 3,5% de las entidades que toman decisiones sobre la pandemia son paritarios. Los datos son desalentadores.
Por ello, resulta necesario que en este 2021 las empresas reduzcan la presión impuesta a sus trabajadores y trabajadoras, alarguen los plazos del cumplimiento de sus objetivos de productividad para hacerlos más realistas, y permitan la conciliación mediante una mayor flexibilidad y nuevas formas de trabajo. Todo ello sin olvidar la incorporación de la perspectiva de género, fundamental en la respuesta a la Covid-19 para una pronta recuperación económica y social.